Mi Mamá tiene pinchos
A todas las madres se les atribuye una serie de características que les tienen que venir de serie: Madres comprensivas, madres que escuchan y que son cariñosas, madres que siempre están, madres que cubren las necesidades físicas y emocionales de sus hijos/as.
Claro, una madre así la queremos todos. Viviríamos en un mundo taaaan sano y libre de traumas emocionales todos los que somos hijos e hijas.
Si, has escuchado bien: Libre de traumas emocionales.
Tanto si te sientes identificada como hija o te sientes molesta porque eres madre, te invito a que sigas leyendo.
En consulta veo cada día, y desde años, que en la mayoría de mis clientes y clientas (que todos son hijos/hijas de alguien), sus problemas principales vienen dados por lo que les ha faltado de sus padres: Atención, amor, escucha activa, darles el lugar que se merecen en su familia (y en el mundo) y/o sentir que sus padres siempre están ahí pase lo que pase.
Normalmente a mis clientes/as les sobra: maltrato verbal y físico, desatención, gritos, frases dolorosas que llegan al alma y hacen una herida para siempre, comparaciones constantes con hermanos/as, primos/as, vecinos/as, etc… Haría una lista taaan sumamente larga que podría llenar una página entera.
A nivel generacional esto puede tener una explicación. La mayoría de nuestros padres carecieron de:
- Cosas materiales.
- Físicas.
- Académicas.
- Emocionales.
Nuestros abuelos hicieron una gran labor para con nuestros padres, trabajar como mulos para que no les faltara comida ni un techo. Algunos pasaron frío y hambre. Éste fue su legado como abuelos.
Muchas veces los hijos de estos abuelos (nuestros padres) tenían que hacer de padres de sus hermanos (por la ausencia de éstos), e incluso, tenían que trabajar con 12 años (a veces antes) para ayudar a la familia. Principalmente para comer y tener un techo. Poco más.
Muchos de nuestros padres no estudiaron. Algunos sí, pero fueron muy pocos los afortunados.
De la parte emocional y amorosa mejor ni hablamos en estas generaciones. Porque les suena a chino mandarino a más de uno.
Nosotros, nuestra generación, por suerte, no nos ha faltado comida ni un techo. Muchos no sabemos qué es eso. Nuestras necesidades físicas, más básicas, han estado más que cubiertas.
Tampoco nos han faltado estudios ni cosas materiales. Esto ha sido el legado de nuestros padres. Es decir, sus logros a conseguir como padres para con nosotros. Sus objetivos o sus metas.
Y entonces.. ¿Qué nos ha faltado a nuestra generación? ¿Qué queda de la lista expuesta más arriba?
Exacto. La parte emocional.
Ésta también missing en la generación de nuestros padres, por supuesto.
No han sabido darnos ese cariño, esa escucha activa, ese lugar importante en el mundo, esa atención, esos abrazos y esas palabras de confort cuando más las necesitábamos.
¿Por qué?
Porque ellos nunca lo recibieron, porque para muchos no fue un objetivo a conseguir como generación, porque no lo aprendieron, porque no lo tienen para dárnoslo.
Y tus padres no te pueden dar aquello que no tienen, porque no lo tienen, porque sino, estoy segura que te lo darían.
Porque te quieren, a veces no como necesitas, pero para ellos eso es el amor.
Cada uno tenemos una definición de amor. Hay que saber qué hay dentro de la suya para no estar dándonos constantemente con un muro.
Muchos padres nos aman a través de la comida (esa que tanto les ha faltado). Nos cocinan nuestra comida favorita. Eso para ellos es cuidarte y amarte.
Si, así es. Cuantas veces no he escuchado en consulta: ¿Pero a ti te ha faltado algo? ¿Pero a ti te ha faltado comida y un techo?, si tienes de todo, tienes todo lo que quieres.
Ellos no saben que para nosotros eso no es lo importante. No lo entienden.
Hay muchas cosas de ellos que no entiendes, y más si has sido madre o padre. Lo sé. A mí también me ha pasado.
El título de este post es: “mi madre tiene pinchos”.
Lo he puesto así porque la mayoría de problemas que me encuentro en consulta son porque las madres no les han dado a sus hijos e hijas lo que han necesitado.
También hay problemas con padres, por supuesto. Pero no tantos.
Y te preguntarás.. ¿por qué?
Porqué en mi generación y en las anteriores, se les atribuía a las mujeres el papel de cuidadora única. Los padres estaban para otras cosas. Y es por esto, que la mayoría que vienen a consulta tienen problemas con sus madres, principalmente.
En consulta tengo chicos y chicas, mujeres y hombres de todas las edades por este motivo.
O sea, que en esta generación ya hay muchos hombres que si que se ocupan de la parte emocional para con sus hijos e hijas.
A muchos también les ha faltado.
Su legado, como padres, es darle lo que a ellos les ha faltado. Esto siempre funciona así. Lo que a mi me ha faltado, no quiero que le falte a mis hijos.
Hay dolores tan grandes y tan profundos que no son situacionales.
Me explico.
La mayoría vienen a consulta porque les ha pasado “algo”, que ha hecho de detonante o, “situación gatillo” le llamamos, que hace que vengan a consulta.
Profundizando en las sesiones, el 90% tienen heridas profundas que vienen de la infancia.
Esas heridas me hacen pensar, sentir, comportarme y relacionarme de una manera poco sana a día de hoy. Conmigo y con los demás.
O sea, que vengo a consulta porque me ha pasado algo, y ese algo, viene debido a cómo me relaciono conmigo mismo y con los demás. Y el cómo me relaciono, viene determinado, muchas veces, por lo que me ha faltado de mis padres.
Sé que lo natural es que el niño o la niña (de 20, 30, 40 o 50 años) vaya a la madre (y al padre) a contarle sus cosas:
- Lo que nos ha pasado importante o no tan importante en nuestro día.
- Lo que nos preocupa y nos atormenta.
- Lo que necesitamos y lo que no.
- Lo que queremos y lo que no.
Pero claro, ahí está la habilidad o capacidad de esa madre (y ese padre) para escuchar, dar, abrazar o callar cuando los hijos lo necesitamos.
Muchas veces vamos a ellos, como es natural, y en lugar de un recibimiento con los brazos abiertos que nos acojan (que es lo que necesitamos), nos encontramos que si, que están, pero que sus brazos abiertos están llenos de pinchos.
Nos escuchan, nos “abrazan” pero nos dicen lo que piensan en forma de burrada, como la típica frase:
- “Bueno, es que al final te acabas buscando que te pase siempre lo mismo.”
- “Mira hija la vida no es fácil, vete acostumbrando.”
- “tu hermano lo hace mil veces mejor que tú, a ver si aprendes un poquito de él.”
- “Un 7?, mira que te esfuerzas poco.”
- “Ay hijo, es que estoy pensando en qué hacer de comer, ahora no estoy para esto.”
- “¿Qué te has adelgazado?.. pues no se te nota nada. No estarás siguiendo muy bien la dieta.”
La verdad que hay frases para todo.
Hay algunas tremendamente dolorosas y duras que he escuchado de hijos e hijas en consulta. Algunas que verdaderamente se te clavan en el corazón y te sangran para siempre.
Frases como:
- “Por tu culpa la perra se ha muerto, ahora no vayas llorando.”
- “No me extraña que no te cojan en ningún trabajo, si es que no sabes hacer nada bien.”
- “Me has arruinado la vida, no te tendría que haber tenido”.
Todas estas frases, esconden mucha información que no se dice explícitamente pero eso no quita que no la recibamos en nuestra alma: no eres importante, no me interesa lo que me dices, no te mereces mi escucha y mi atención, eres menos que tu hermano, etc, etc, etc..
Y por todo esto, hay madres y padres que tienen pinchos. Si eres madre o padre, por favor, haz lo que tengas que hacer para que cuando tus hijos e hijas sean mayores, no me vengan a consulta por estos motivos. Que me vengan por otros, pero no por estos.
Gracias por el amor que les das.
Un abrazo (sin pinchos).